De vez en cuando, hacemos un ejercicio de empatía en donde le pedimos a los seguidores que dirijan y a los guías que realicen el seguimiento. Por lo general elegimos que hagan ochos frontales. Es divertido y satisfactorio observar como cada uno respeta el rol del otro una vez que entienden de qué se trata estar del otro lado.

Le presentamos esta historia un tanto larga, la cual la encontramos muy entretenida (especialmente Nancy). Trata sobre los diferentes lenguajes que hablan los hombres y las mujeres. La hemos copiado a continuación. Si la lee, estaremos muy interesados en saber si le pareció divertida o no y si es un hombre o mujer.

Digamos que un chico llamado Roger se siente atraído por una mujer llamada Elaine. Él le propone ir juntos a un cine, ella acepta y pasan un momento agradable. Unas noches después, el la invita a cenar y nuevamente la pasan bien. Continúan viéndose regularmente y luego de un tiempo ninguno de ellos ve a ningún otro.

Entonces, una noche cuando conducían hacia casa, algo se le ocurre a Elaine, y sin realmente pensarlo, dice: “¿Te das cuenta de que justo hoy hace seis meses que hemos estado saliendo?”

y entonces se produce un silencio en el auto. A Elaine le parece un silencio bastante ruidoso, y piensa: “Vaya, me pregunto si le habrá molestado que haya dicho eso. Quizás se siente limitado por nuestra relación, quizás crea que estoy tratando de forzarlo a comprometerse a algo que él no quiere o hacer algo que no se siente muy seguro.”

Y Roger está pensando: “Vaya, seis meses”.

y Elaine está pensando: “Pero tampoco estoy muy segura de querer este tipo de relación. A veces me gustaría tener un poco más de libertad, para tener tiempo de pensar en si realmente quiero que sigamos como estamos, dirigiéndonos lentamente hacia… quiero decir ¿A dónde nos estamos dirigiendo? ¿Vamos a continuar viéndonos a este nivel de intimidad? ¿Nos estamos dirigiendo hacia el matrimonio? ¿Hijos? ¿Hacia una vida juntos? ¿Estoy preparada para este nivel de compromiso? ¿Conozco realmente a esta persona?”

Y Roger está pensando: “Así que eso significa que fue... veamos... Febrero cuando comenzamos a salir, que fue justo después de dejar el coche en el taller, lo que significa… veamos el cuentakilómetros… wow tengo que cambiarle el aceite al auto.”

Y Elaine está pensando: “Esta disgustado puedo verlo en su cara. Quizás estoy interpretando todo esto completamente mal. Quizás quiera más de nuestra relación, más intimidad, más compromiso, quizás el haya percibido – incluso antes de que yo lo haya percibido- que estaba sintiendo algunas dudas. Si, apuesto a que es eso. Es por eso que esta tan reacio a decir algo sobre sus propios sentimientos: tiene miedo de ser rechazado.”

Y Roger está pensando: “Y voy a tener que decirles que miren la transmisión otra vez. No me importa lo que esos imbéciles digan, todavía no cambia bien. Y esta vez será mejor que no intenten echarle la culpa al frío. ¿Qué frio? Hay 30 grados afuera, y esta cosa cambia como un camión de basura y les pague $600 a esos ladrones incompetentes,”

Y Elaine está pensando: “Esta enojado. No lo culpo yo en su lugar también estaría enojada. Me siento tan culpable por hacerlo pasar por todo esto pero no puedo evitar sentirme como me siento. Simplemente no estoy segura.”

Y Roger está pensando: “Probablemente me dirán que sólo tiene 90 días de garantía. Eso es justo lo que van a decirme, los malditos.”

Y Elaine está pensando: “Quizás soy demasiado idealista, esperando que venga un caballero montado en su caballo blanco, cuando estoy sentada al lado de una persona perfectamente buena, una persona con la que me gusta estar, una persona que realmente me importa, una persona a la que parezco también importarle. Una persona que sufre por culpa de mis egocéntricas fantasías románticas de colegiala.”

Y Roger está pensando: “¿Garantía? ¿Ellos quieren una garantía? Entonces les daré una garantía. Tomare su garantía y se las meteré justo en sus…”

“Roger”- dice Elaine en voz alta

“¿Qué?” - dice Roger sorprendido

“¡Por favor, no te tortures de esa manera!” – dice ella con lágrimas en sus ojos. “Quizás nunca debí haber dicho... oh me siento tan…”

Elaine se interrumpe sollozando

“¿Qué?”-dice Roger

“¡Soy una tonta!”-solloza Elaine. “Quiero decir, ya sé que no hay tal caballero, realmente lo sé. Es estúpido. No hay caballero ni caballo.”

“¿No hay caballo?”-dice Roger.

“¿Crees que soy una tonta, verdad?”- dice Elaine

“¡No!”-dice Roger contento por fin de conocer la respuesta adecuada.

“Es solo que…solo que… necesito tiempo”-dice Elaine.

Hay una pausa de 15 segundos mientras Roger, pensando lo más rápido posible, trata de decir una respuesta adecuada. Finalmente se le ocurre una que cree que puede funcionar:

“Si”-dijo

Elaine profundamente conmovida, toca su mano.

“Oh Roger, ¿Realmente piensas de ese modo?”-dice ella.

“¿Qué modo?”-dice Roger.

“Eso sobre el tiempo”- dice Elaine.

“Oh”-dice Roger. “Si”

Elaine se gira para míralo y fija profundamente su mirada en sus ojos, haciendo que él se ponga muy nervioso sobre lo que ella pueda llegar a decir luego, sobre todo si tiene que ver con un caballo. Al final, ella dice:

“Gracias, Roger”

“Gracias”-dice Roger.

Entonces él la lleva a casa y ella se recuesta en su cama, un alma torturada y en conflicto y llora hasta el amanecer, mientras que Roger llega a su casa, abre una bolsa de Doritos, enciende la tele e inmediatamente se encuentra inmerso en una retransmisión de un partido de tenis entre dos checos de los que nunca había oído hablar. Una débil voz que proviene de los más recónditos rincones de su mente le dice que algo importante estaba pasando en el auto, pero él está bastante seguro de que no hay forma de que pudiera entender que era eso, así que llega a la conclusión que es mejor no pensar más en ello.

Al día siguiente, Elaine llamar a su mejor amiga, o quizás a dos de ella, y hablaran sobre la situación por seis horas seguidas. Con doloroso detalle, analizarán todo lo que ella dijo y todo lo que él dijo, pasando por cada punto una y otra vez, examinando cada palabra, expresión y gesto buscando nuevos significados, considerando cada posible ramificación. Continuaran discutiendo el tema una y otra vez, por semanas, o quizás meses, sin llegar a conclusiones concretas pero nunca aburriéndose del tema, tampoco.

Mientras que Roger, un día mientras juga raquetbol con un amigo en común suyo y de Elaine, hará una pausa antes de hacer un saque, fruncirá el ceño y dirá:

“Norm, ¿tú sabes si Elaine tuvo alguna vez un caballo?”